El nieto mayor del jerarca de la RDA Erich Honecker, Roberto Yáñez, quiere enterrar las cenizas de su abuelo en Berlín, al igual que las de su abuela Margot Honecker, que también ocupó puestos importantes, entre ellos de ministra de Educación, en el desaparecido Estado comunista.
Yáñez, en su libro "Yo fui el último ciudadano de la RDA", que salió ayer a la venta en Alemania, dice que las urnas con las cenizas de los Honecker no han sido enterradas en Chile, donde murieron ambos, y que en la familia hay discrepancias respecto a lo que se debe hacer con ellas.
La hija de Honecker y madre de Yáñez, Sonja Honecker, no quiere que los restos de sus padres regresen a Alemania y es partidaria de que las cenizas sean esparcidas en el Pacífico. Yáñez, por su parte, quiere que los restos sean trasladados a Berlín para enterrarlos en el llamado cementerio de los socialistas de la capital alemana.
La idea de Yáñez ha sido criticada por el último primer ministro comunista de la República Democrática Alemana (RDA), Hans Modrow, quien expresó su temor de que las tumbas sean profanadas.
"Enterrar a los Honecker en Berlín no parece aconsejable, las tumbas se convertirían en lugares donde cierta gente le daría rienda suelta a su odio hacia la RDA y hasta podrían ser profanadas", dijo Modrow en declaraciones que recoge el diario "Berliner Kurier" en su edición digital. El diputado Gregor Gysi, del partido La Izquierda, dijo, por su parte, que, aunque los Honecker como ciudadanos alemanes tendrían derecho a ser enterrados en Alemania, el cementerio de los socialistas no es el lugar adecuado. En el llamado cementerio de los socialistas están enterrados los líderes comunistas Karl Liebneck y Rosa Luxemburgo, asesinados en 1918, y el expresidente de la RDA Wilhelm Pieck.
Erich Honecker se trasladó a Chile en 1993 después de que el proceso que se seguía en su contra por las muertes en el Muro de Berlín se interrumpiera debido a que el exlíder comunista estaba enfermo de cáncer. Poco más de un año después, el 29 de mayo de 1994, Honecker murió en Santiago de Chile. Margot Honecker, que se había ido a Chile antes que su marido, murió en 2016. Roberto Yáñez, hijo de Sonja Honecker y de su marido chileno, abandonó Berlín con su familia tras la caída del Muro cuando tenía 15 años. El cambio de país y de cultura representó para él una crisis y terminó cayendo en la drogadicción y el alcoholismo. En la lucha por la rehabilitación fue apoyado por su abuela Margot, que lo envió a Cuba para que se sometiese a una terapia. En el libro Yáñez también recuerda algunos episodios de su infancia en Berlín oriental. Con su abuelo, asegura, no hablaba de política pero sí con su abuela, que quería contribuir a darle una educación comunista. Yañez revela también discusiones entre su madre y su abuela sobre la libertad de viaje.
Sonja Honecker y Leonardo Yáñez habían tomado la determinación de trasladarse a Chile años antes de la caída del Muro, pero habían aplazado permanentemente su proyecto para evitar que se dijera que la hija de Honecker podía salir del país y los ciudadanos comunes no. Sonja Honecker era partidaria de que hubiera libertad de viaje para todos los ciudadanos, lo que era rechazado por Margot Honecker, quien decía que no se podía permitir que los profesionales formados en la RDA fueran reclutados por los países capitalistas.